Seres tan primitivos como las mismas Islas, los dragones salvajes habitaron la cordillera desde el comienzo. De dimensiones monumentales, alcanzando los más viejos alturas de más de veinte metros, nada se comparaba con la mandíbula y las zarpas de los antiguos lagartos montaraces. Son los depredadores supremos de sus tierras, teniendo como únicos rivales a los unicornios de las montañas.

 

Los dragones fueron una especie cuyo accionar salvaje se basó en el instinto, ajeno a la razón, hasta que un misterioso hechizo lanzado por un joven elfo aprendiz hizo de ellos criaturas racionales, de espaciosas alas y capacidades mágicas.